
La razón de nuestro existir y el significado de la vida es algo tremendamente complicado. El ser humano ha estado buscando esta respuesta desde hace miles de años, y aún no hemos dado con la respuesta objetiva. Sin embargo cada individuo a lo largo de su vida, finalmente parece dar con su respuesta. ¿Cuál es mi razón para existir? Nos preguntamos, y nuestra respuesta puede ser nuestro trabajo, nuestro amor, nuestros hijos…lo que más nos llena y nos proporciona felicidad de alguna forma, básicamente.
Hay infinidad de cosas que nos hacen humanos, la adoración predilecta que sentimos, el cariño hacia una mascota, incluso el amor que podemos sentir no sólo hacia otros seres vivos, también a objetos inertes, a obras literarias, a espectáculos teatrales o a piezas musicales. Literalmente podemos amar cualquier cosa.
Sin embargo como seres humanos que somos, nos dejamos llevar por nuestros sentimientos muchas veces, y debo reconocer que es una sensación muy placentera, pero empieza a ser peligrosa cuando estamos tan cogidos de la mano por ese amor, que ciegamente le seguimos hasta el fin de los tiempos. Lo haríamos todo por ese amor, que puede comprender desde una receta culinaria hasta un coche antiguo, y desprendernos de esto es algo complicado para la mayoría. El cariño que sientes por esta clase de cosas existe, incluso si ni siquiera tienen una forma física tangible que puedas manipular o tocar. El amor, orgullo y patriotismo hacia una nación son un buen ejemplo de esto. El amor hacia la navidad es otro buen ejemplo de esto, y por supuesto, el amor hacia una obra también es un buen ejemplo de esto. Un libro, una historia, una canción, una película o incluso una idea pueden ser los artífices del nacimiento de este amor incondicional.
Amor incondicional
Ya sabemos cómo nos afecta el amor a los humanos, nos hace felices, nos encanta y queremos preservarlo. Evidentemente no vamos a tolerar que sea producto de burlas, ataques hirientes o incluso críticas demasiado duras, porque desde nuestra percepción, este amor es algo perfecto que además nos hace felices. Queremos seguir siendo felices, queremos que otros sientan esta felicidad también, de ahí el tema de hablar con seres allegados las cosas buenas que nos han pasado recientemente, como que te toque la lotería, que estés esperando un hijo, pasarnos la historia de un videojuego o ver una película que nos ha encantado, y querer contárselo a nuestros seres queridos inmediatamente. En nuestra cabeza, un ataque hacia esto es indirectamente un ataque hacia nosotros, y esto no es que sea una ilusión intangible que tenemos los humanos, un sentimiento subjetivo que sólo nosotros conocemos. No, lejos de eso, es algo que nos afecta porque realmente nos sienta mal.
Pueden ser muchas las razones que podemos tener para empezar a coger cariño –o amor—hacia cosas intangibles. Para empezar, el dinero que hemos gastado en esta obra, a algunos no les supondrá mucho problema, pero otros seguramente han tenido que ahorrar durante meses, y ese dinero ha sido conseguido gracias al sudor de nuestra frente y a nuestra labor realizada en nuestro trabajo. Y si queremos hablar de dinero, indudablemente lo más caro que hay en cuanto a videojuegos no es el videojuego de salida, que como todos sabéis ronda los 69€, sino la consola, el aparato al cual debemos agradecer poder disfrutar de esta, y muchas otras obras.
Pero como he dicho antes, el dinero puede que no sea la única razón, puede que esta obra nos haya cambiado la vida para siempre, nos haya abierto los ojos en temas que nos afectarán de por vida. Puede ser cualquier razón, o un cúmulo de razones que encajan perfectamente para cualquiera de nosotros.
Todo esto parece que no tiene fisuras, que es perfecto, sientes que la vida ha cambiado a mejor para ti, gracias a esa obra, que te hace una mejor persona, y en definitiva, que estar “enamorado” es lo que tiene, ya sea de una persona o de una obra. No parece haber ningún error en esto, tampoco parece haber nada nocivo o adictivo en esto…vaya, que es perfecto ¿Qué más podríamos pedir?
- Nos hace felices.
- Nos enseña cosas en cualquier tema.
- Nos proporciona nostalgia.
- Nos hace mejorar como persona.
- Nos hace conocer nuevos amigos.
Pero hay una parte negativa en todo esto.
La implacable defensa fallida

Dicen que la “Guerra de Consolas” es una tontería, y en efecto, es una tontería, pero existe por una razón, no salieron de la nada ni alguien se la inventó en una tarde aburrida, sencillamente nacieron por nuestra naturaleza humana. Si intentan atacar esto, vamos a procurar defenderlo, porque realmente es algo que sentimos como nuestro, algo de lo cual nos sentimos orgullosos, algo que admiramos, algo que nos proporciona felicidad y que queremos a rabiar, algo incluso que nos ha servido de aprendizaje en nuestra niñez, adolescencia o incluso ya de mayores, siendo adultos
Imaginaros por un momento que alguien ataca algo que os gusta mucho. Lo dice una vez, lo aceptas, pero te lo sigue repitiendo durante todo el día. Empieza a utilizar ejemplos de “por qué es tan malo, por qué a quienes les gusta no debería gustarles y cuántas cosas mejores hay por encima de esa obra”. Al final, querrás defender tu postura, querrás defender esa obra y no vas a dudar en hacerlo. Quieres sentir que tienes voz, no quieres que la voz de esa persona que está criticando de mala manera algo que adoras, sea tomada en cuenta por más gente. Quieres que se calle. Tus razones son muchas, pero el objetivo principal es que quieres que los demás sientan lo mismo que tú, esa felicidad, y desde luego esa obra es de gran ayuda para lograr ese sentimiento.
Así que te pones manos a la obra a defender la obra (a defenderte), y depende del tema que sea, cine, videojuegos literatura, quizás no sabes mucho del tema, quizás estás aun aprendiendo, no te has formado lo suficiente como para entablar unas bases argumentales sólidas para defender que tu obra es mejor que las demás, porque sabes en tu interior que es así, sabes que las demás obras no le llegan ni a los tobillos a tu obra. Lo sabes, pero quienes están atacándola insisten en decir cosas malas de tu obra. Empezáis a debatir, a discutir, ya sea en persona, en chats o en foros, empieza a hablar de diversas características de tu obra que a él no le gustan, y sin embargo en cada uno de sus argumentos, tu opinas justo lo contrario. Cada aspecto de los que él habla, mencionas lo mucho que te gusta, el por qué te gusta, y por qué él se equivoca al decir lo contrario.
Otras personas que no conoces de nada estaban de espectadores en ese debate que acabáis de iniciar, entran en la conversación/debate/discusión dos personas quienes también adoran esa obra, ahora que se han metido en la misma conversación, o en el mismo hilo de tweet, o en el mismo tema del foro, te sientes aliviado porque tienes refuerzos que te ayudarán a hacer comprender que tu obra es la mejor.

Pero él tampoco está solo, mientras venían tus dos compañeros, han venido otras cinco personas que, para tu sorpresa, avalan la crítica del primero. Te atreves a decir que es un hecho que tu obra es la mejor, y que es un hecho también que ellos están equivocados y están mintiendo. Empezamos a meternos en un terreno abrupto y complicado, se te ha ido de las manos al intentar defender lo que te gusta y has llamado mentirosos a los demás. Incluso te aventuras a llamarles ignorantes y, según el caso, puedes llegar al insulto.
Ahora vuelves a estar en desventaja. La conversación empieza a alargarse, a subir de tono, y antes de que te des cuenta, llevas una semana sólo hablando de lo mismo. Esperas con ansias volver a casa no para estar con tu familia, ni para cumplir con tus obligaciones, ni siquiera para relajarte, sino para “ver que te ha respondido aquel ignorante”. Luego llega ese momento donde el individuo empieza a mencionar títulos de obras que, según él, superan con creces a tu “nefasta obra inferior”. Ha mencionado diez obras, pero tú sólo conoces tres. ¿El resto de obras? Ni siquiera te tomas la molestia de investigar la sinopsis, sencillamente te da igual, las detestas sin conocerlas, porque te las ha recomendado una persona cuya opinión no merece la pena.
El nacimiento de la comunidad

Han pasado varias semanas, varios meses e incluso un par de años, y sin darte cuenta, te has acostumbrado a una comunidad que adora la misma obra que tú. Estáis contentos hablando de esta obra, pero cuando alguien opina distinto es la hora de unirse y atacarle. Cuando lo haces, ya estás acostumbrado a utilizar otros tantos títulos de otras obras contemporáneas, de otros escritores que “sabes que son unos ignorantes”, que además “sólo hacen basura” y no merecen la pena mencionarlos como buenos ejemplos, sino al contrario, como malos ejemplos a destacar para que mi obra en contraste sea vista como lo mejor de lo mejor.
Empiezas a mentir, diciendo que “has visto/leído/jugado todas las demás obras, y por eso tienes el criterio para poder afirmar, desde la objetividad, que tu obra favorita es la mejor del mundo”. Tus compañeros desconocidos ya no son sólo compañeros, son hermanos, y juntos protegéis vuestra obra y lucháis contra los enemigos que sólo quieren verla destruida. Has cambiado tu forma de hablar de la obra, ahora sólo la mencionas como ley universal, por encima del resto, referente absoluto ¿El resto? El resto es basura, y tu favorito es lo mejor. Como si hubieses evolucionado tus pensamientos, tus argumentos y tu capacidad de empatía a los de un chaval malcriado, prepotente y egocéntrico, que además miente para poder defender a su obra.
Todo vale en el amor y la guerra, y por eso debes mentir, por eso debes obviar puntos negativos de tu obra, y debes exagerar puntos negativos de otras obras. Tu obra favorita es ley; tu obra favorita es Dios; tu obra favorita no puede ser criticada, porque es un error sistemático.
Sin darte cuenta, te has convertido en aquel usuario tóxico que atacaba sin razón a tu obra favorita en un principio. Has pasado de hablar de buen rollo, desde el cariño y del amor de tu obra, a hablar sobre esta obra desde el odio, atacando siempre todas las demás obras, siempre en guardia, a la defensiva, porque los demás no tendrán contemplación y tú tampoco vas a tener contemplación.
Los bandos ya no son grupos de cuarenta personas, ahora sois miles, sois organizados, utilizáis redes sociales e incluso cuentas falsas para defender vuestra obra. Las mentiras y las exageraciones siguen estando presentes como si se tratasen de tácticas de combate militar. Algunos sólo se dedican a detectar amenazas, son los encargados de detectar un argumento “enemigo” sobre la obra, y encargados de avisar al resto de que esta persona ha utilizado de manera muy inteligente sus capacidades para menospreciar la obra sin necesidad de decirlo explícitamente. Otros se dedican a meter el dedo en la llaga, exagerar los puntos para atacar a “tu bando”, y si pueden retarte en el intento, no dudarán en hacerlo.
Bienvenidos a la Secta
Sin darte cuenta, tanto tu bando como el bando contrario, os habéis visto involucrados en una especie de guerra sectaria, donde cualquier opinión que no se corresponda con tu realidad será sentenciada como “opinión inferior a no considerar”. Ni tú, ni nadie de tu alrededor os habéis dado cuenta de que en vuestro intento por defender algo que amáis, empezasteis a odiar algo que antes no odiabais ni tampoco teníais en consideración, y finalmente como persona humana, con tus impulsos y tus imperfecciones, en tu afán por conseguir llevar tu obra a más gente para que sean felices, has conseguido ahuyentarlos. Pero no sólo eso, has conseguido que tu obra favorita se haya visto relacionada directamente con la actitud de tu secta. No hay vuelta atrás, ahora cada vez que se hable de tu obra favorita, esa que amaste en su momento, se hablará de las “técnicas de combate” que habéis hecho tú y tu grupo, se hablará de aquella vez que uno de tu grupo persiguió, insultó y amenazó físicamente a otra persona del otro bando. Se hablará de aquella denuncia policial recibida por culpa de estas amenazas. Se hablará también de aquel amigo tuyo a quien le banearon permanentemente por insultar en la mensajería vía online.
Vuestro movimiento ha conseguido acabar con el buen rollo que tenía vuestra obra favorita cuando se hablaba de ella, y ha conseguido ahuyentar a muchas personas que querían conocerla. Habéis sido artífices de la mala fama de vuestra obra favorita, y las pocas personas del exterior que no han sido ahuyentadas, se han convertido en nuevos adeptos que han aprendido como espectadores de vuestras técnicas, nuevos guerreros que se han posicionado en vuestro bando, y que de nuevo, seguirán cometiendo los mismos errores que habéis iniciado vosotros.
Dar marcha atrás

Como en la vida, dar marcha atrás al tiempo es algo imposible de hacer. Lamentablemente debemos cargar con nuestros errores y nuestras cruces a partir de ahora. Así que más te vale opacar, o incluso eclipsar todos estos errores del pasado con centenares de aciertos a partir de ahora. Que tus aciertos sean tan grandes, que al echar la vista atrás esos grandes errores tengan el tamaño de una hormiga.
Es una ola que empezó pequeña e inofensiva, pero que gracias a la unión de decenas, cientos y miles de personas, ha acabado siendo tan grande que es imparable. A tu obra favorita siempre se le recordará que su comunidad no es buena, es tóxica, es clasista, es sectaria, y estás con ellos o contra ellos, no hay término medio. Finalmente te has convertido en “Esa gente” que tanto despreciaste al inicio de tu enamoramiento con esa obra.
Rectificar es de sabios, y disculparte a nivel público por tus errores, hace que encojan, incluso, llegando a ser tan pequeños, que parecerá que nunca existieron. Si a esto le añades la gran lista de aciertos, habrás conseguido revertir el efecto gracias a tu dedicación y esfuerzo por lograr que así sea.

Creo que el mensaje queda bastante claro: Si cambiamos la palabra “obra”, por la palabra “consola”, ya tenemos la definición y la explicación paso a paso de cómo se crea la “tonta” guerra de las consolas. Si nos encontramos con una comunidad tóxica de una obra, o ya no de una obra, sino de una consola, de una marca al completo, es imposible dar una buena imagen a la gente buena del exterior, a los indecisos que aún no han decidido con qué jugarán durante los próximos 5-8 años, y finalmente, a los que no quieren pertenecer a ese ejército organizado. Todos acabarán posicionándose de un bando o de otro, dando inicio a un ciclo donde no existe la victoria y nadie consigue beneficios reales. Sólo se consigue odio, más odio, y mucho más odio.